jueves, 27 de octubre de 2011

La vida merecida


Jamás, de verdad, jamás podré lamentarme de lo que he tenido.

He tenido amor durante toda mi vida. Un amor incomparable, un amor que me ha convertido en el centro de vidas que ni siquiera sabes si me merezco, que me ha envuelto en los momentos más duros de mi frágil existencia, anteponiéndose ante toda adversidad y haciendo de mis días una calmada melodía. He tenido apoyo, un apoyo incondicional que me ha dado fuerzas para abrir las alas. He tenido también dolor, dolor de pérdida por quién ya no está, y mediante el cual he aprendido valiosas lecciones de vida que siguen marcando el rumbo de mi historia. He tenido compañía, pero no una cualquiera, sino una para la cual eres inmensamente importante y que se ha convertido en mi punto de referencia. He tenido educación, que ha ido formando la persona que soy hoy en día. He tenido una familia.

Una familia es un conjunto de personas que en sí mismas forman sólo una, siendo una fortaleza contra toda adversidad. Das y recibes amor, aunque tienes que arriesgarte a recibir dolor, porque cuando falta alguien te es arrebatado un trozo de tí mismo. Cuando dices que algo te resulta familiar es porque de uno u otro modo ha formado parte de tu vida, y así es tu familia: gran parte de tu vida. Es algo a lo que no podrás nunca renunciar, porque está por encima de tí, y para entenderla no te vasta más que mirar en tu interior. Es la máxima expresión de valorar algo por su propia pérdida. Al estar siempre ahí pensamos que así será para siempre y aunque en cierto modo es verdad, echamos o echaremos en falta a esa persona. Llegará el día en el que pida un beso de mi madre o un abrazo de mi padre y no los reciba, y entonces me daré cuenta de que por mucho que intente reflexionar sobre lo que todavía no he sentido, no podré sentirlo, y seguiré sin valorarlo lo suficiente.

Tengo la firme creencia de que toda persona se ve ampliamente determinada por su ámbito familiar, determinación que fundamenta la importancia de la familia. Si la familia no se fundamenta en el amor no es una familia. No puede estar cimentada en el capricho ni en la falta de responsabilidad, porque ésta es la de velar por otras personas más allá de tí. Apena el saber que hoy en día un hijo pueda llegar a considerarse una carga, cuando la carga real es paradójicamente el vacío de amor.

Más allá del sexo, de la religión o de la raza, que en toda familia haya amor, porque es lo que hace que el mundo pueda seguir girando, nos hace más humanos y nos realiza a través de otros. No tiene precio, ni tiempo, ni edad, ni distinción, simplemente está al alcance te tu mano, al alcance de todo corazón que se abra a él. Hagamos amor, que si lo hay tendremos la vida merecida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario