miércoles, 18 de febrero de 2015

Encelados.

          Los celos son normales. Lo son al menos hoy en día, y la gente que pretenda erradicarlos porque sí se está volviendo a dar cabezazos contra la misma pared. Estamos en las de siempre: cogemos un problema y lo pretendemos cambiar desde el problema en sí, y no ahondando en la razón, la causa, su raíz. Ahora las Noticias ponen el grito en el cielo por lo normal que es hoy en día que los jóvenes controlen los móviles de sus parejas: con quién hablan, las fotos que tienen... Entonces, se activa el protocolo de emergencia social: la gente se alarma (al menos los que no lo ven normal) y se ponen a buscar soluciones de la forma más superficialmente posible. ¿Que hacemos? ¿Campañas a favor del respeto? ¿A favor de la visión individual en la pareja? ¿Les hablamos a los jóvenes de su derecho a la intimidad? Menudas chorradas, otra vez reglamentando para disuadir y desinfectar la superficie cuando la podredumbre está en las profundidades. 

          Los celos vienen obviamente de la inseguridad hacia uno mismo, una inseguridad que produce miedo a que tu pareja vea en otros más de lo que ve en ti. ¿Qué hay de raro? ¡Si es algo de lo más normal! Es completamente normal que sientas que tu pareja se pueda ir con otra persona si lo que ve es mejor, es lo que hay, es la competencia, o ¿es que acaso tú no quieres la mejor pareja que puedas encontrar? El noviazgo en definitiva, y al contrario de lo que se cree hoy en día, es un período de prueba en el que responsablemente crees estar con la persona que quieres para el resto de tu vida, y digo responsablemente porque equivocarte podría suponer hacer mucho daño. Ahora, si el ser novio se utiliza como un mecanismo para trajinarte a alguien y poner como barrera posesiva no poder hacerlo con nadie más porque te has pillado a uno/una que esta bueno/a eso ya es otra historia, que no debería llamarse noviazgo, y que confunde bastante. Con ello no quiero justificar las reacciones posesivas y exageradas de determinadas personas, lo que quiero es ir a la raíz de la cuestión, en definitiva a lo que sirve de parámetro de valoración de una pareja.

          A grosso modo, una pareja debe cubrir una serie de necesidades, tener una serie de valores, y así cuantas más cubra mejor pareja será, lógico. De esta manera, cuando dichos parámetros se resumen en el físico es EVIDENTE que haya algo mejor que tú, y si no lo hay, envejecerás y lo habrá. De hecho, dado que una parte relevante de nuestras necesidades son particulares de cada uno, es una discordancia que se pretenda llenar todas ellas con únicamente un par de superficialidades que te ha vendido (paradógicamente) la sociedad del consumo, pues no van a encajar siquiera. El hecho de que parejas fundamenten el por qué de su relación en este tipo de parámetros hace que los celos sean algo completamente normal, y con razón. No podemos estar continuamente diciéndoles que no sean celosos cuando realmente su relación está siendo constantemente amenazada. Si por el contrario, la relación se fundamentara en otra serie de valores que acertaran más en las necesidades reales (y no las que nos vende la televisión) entraríamos en un terreno completamente diferente. 

          Así, hay ciertos parámetros llamémosles "fijos" como pueden ser la sinceridad, generosidad o la empatía (generalmente conocidos pero poco valorados a estos efectos, o al menos poco reconocidos) y otros parámetros más "subjetivos" como pueden ser hábitos, temperamento... (dentro de los cuales entraría en juego el físico, pero no como el centro de todo, sino como una parte accesoria). Con ello, lo que deberían buscar las personas (si es que buscan pareja para algo más que fileteo y salir a cenar) son los valores fijos, los cuales serían para todos los mismos, y los valores subjetivos que ya serían característicos de cada persona. No se trata de algo abstacto, inalcanzable, idílico, sino de las simples necesidades de uno mismo, por nuestra forma de ser y nuestras experiencias, es atinar en lo que realmente deberíamos querer para nuestra vida. De esta forma todos tenderíamos a ser mejores personas para así alcanzar los parámetros "fijos" y cada uno aceptaría los valores "subjetivos" que posee, como engranajes que buscan su ruedecilla correspondiente. Así, la inseguridad productora de los celos prácticamente se disiparía pues las personas estarían con personas, no únicamente cuerpos, que se querrían por lo que son realmente, pues con las particularidades de unos cubrirían las  particulares necesidades de otros, y esa afinidad atajaría muchos de los grandes problemas con los que actual y simplemente, nos vemos resignados a cabecearnos contra la pared.

lunes, 16 de febrero de 2015

Chapó.

          Da gusto. Yo que siempre me he metido con el cine español, siempre criticando el exceso de sexo para sacar algo de taquilla, siempre resaltando la mala calidad de las actuaciones, siempre a disgusto con la industria nacional. Pero creo que veo la luz, y es muy muy misteriosa. Ayer fui a ver "La Isla Mínima" y me quedé más que convencido de la mejoría del sector. Me alegra mucho. Me alegra que el cine español empiece a ganar ese espacio entre mis películas favoritas. Están ganando mucha calidad, y no es que lo hagan bien, sino que hacen películas realmente buenas, que atrapan, que entretienen una barbaridad, que hacen pensar. Ya no es absurdo ir al cine a ver películas nacionales más allá de Torrente. Yo que siempre he criticado ahora aplaudo y, aunque ni una ni otra cosa llegará a sus oídos, espero que mi contribución con unas cuantas entradas llene algo más sus bolsillos y estimule su ingenio para seguir haciéndolo por la dirección correcta del buen hacer, de la calidad. Chapó.